Según el siguiente articulo el problema de la mortalidad en la represa de Betania, a causa de la Aeromona, esta trascendiendo mucho mas allá de los cultivos, ahora son las especies nativas que están habituadas a las condiciones de la represa las que están muriendo y generando preocupación entre los pescadores artesanales de la zona.
Se debe seguir haciendo controles y monitoreos para hallar la causa real de esta situación y así determinar una solución pronta y efectiva a esta problemática.
Martes, 21 Abril 2015 23:43
‘El pescado nativo está muriendo’
Escrito por RICARDO AREIZA
Especies criollas de todos los tamaños están muriendo por un fenómeno que nadie explica. Los pescadores artesanales, entre ellos Rodulfo Quiroga, atribuyen el fenómeno al uso de químicos.
La alta mortalidad de mojarra roja, provocada por una bacteria que se propagó inusitadamente en el embalse de Betania, el más grande del país, comenzó a golpear también a los pescadores artesanales.
El microorganismo, autóctono de ecosistemas acuáticos, acabó con la producción en la mayoría de los proyectos piscícolas establecidos sin control en la represa. Los productores de mojarra roja, los más afectados, estiman que la mortalidad supera las 700 toneladas. Otros estiman que puede alcanzar las mil toneladas.
Ahora, la crisis sanitaria reapareció en otros sectores, con nuevos impactos que ponen en evidencia la magnitud de la problemática ambiental en la congestionada Central Hidroeléctrica de Betania, de propiedad de la multinacional Endesa.
Una nueva mortandad, esta vez de peces nativos, se registra sin explicación por fuera de los emplazamientos piscícolas, incluso en las zonas altas, con mejores condiciones de oxigenación.
“Desde hace tres semanas la mortandad ha venido creciendo. A lo largo del río, por fuera de los jaulones, comenzó a aparecer pescado muerto. Los pescados comenzaron a flotar por razones que desconocemos”, denunció Benito Epia, presidente de la Asociación de Pescadores de Hobo. El tema generó preocupación.
Decenas de peces muertos se descomponen en las orillas del embalse, agravando los problemas de contaminación. En Hobo no hay planes de contingencia para recolección y disposición de la mortandad.
El fenómeno comenzó luego de la mortalidad, ocurrida aguas arriba, en las jaulas flotantes que proliferan en el embalse.
La bacteria (aeromonas) provoca lesiones y úlceras en el pescado. También causa daños externos visibles en la cola y las aletas. En la mayoría de los casos, la infección afecta los intestinos y provoca la muerte de los peces, como está ocurriendo en el embalse”, explicó Carlos Mario Rocha, técnico del ICA.
En cambio, el nuevo fenómeno detectado ahora en Hobo, en la desembocadura del río Magdalena con el embalse, es otro. La sintomatología es distinta, anotaron los pescadores artesanales, durante un recorrido por la zona impactada.
“Lo curioso es que contrario a lo que ocurre allá, los peces muertos no registran lesiones, tienen blancas las agallas. Y otra novedad: no flotan. Parece que los peces muertes comieran plomo porque se quedan en el fondo y solo aparecen enredados en las atarrayas”, comentó Epia Perdomo.
Otros blancos
El fenómeno ataca ahora también a especies criollas, adaptadas a las condiciones del río y con mayor resistencia.
“Supuestamente dicen que la bacteria está en los grandes proyectos, donde sólo se cultiva mojarra roja y mojarra brasilera. Entonces por qué se están muriendo las especies nativas como jachos, caloches, capaz, mojarra nativa y sobretodo por qué está ocurriendo en la caída del río”, anotó Alirio Perdomo, presidente de la Asociación de Calandreros.
Tito Alberto Suárez, director regional del ICA, no tenía ayer reportes sobre esta situación. “Un equipo especializado recorre desde ayer todo el embalse para tomar muestras y comprobar lo que está pasando”, expresó. Ocho funcionarios de la entidad, recorren en varias lanchas los proyectos para verificar el cumplimiento de las medidas sanitarias.
“No sabemos por qué el pescado del río Magdalena se nos está muriendo. No sabemos lo que lo está matando. Dicen que una bacteria provocó las muertes, pero esa bacteria la produce las mallas. No aquí en la desembocadura del río Magdalena, acá no hay jaulones”, remarcó Mario Becerra Chávarro, un experimentado pescador durante el recorrido por la zona afectada.
La letalidad en este caso, ataca a especies nativas como caloches, capaces y jachos, aseguró Alirio Perdomo.
Sin soportes técnicos, los pescadores artesanales atribuyen el caso aparentemente al uso de químicos y acelerantes.
“El pescado se viene muriendo al parecer por los químicos que se han vertido en la parte alta. Eso es lo está pasando. Los pescados presentan una agalla verde, rojiza, entre las especies afectadas hay pescado nativo y del embalse. Los pescados duran en flotar. No tiene por qué morirse aquí donde hay buena oxigenación. No hemos tenido ninguna respuesta, ninguna autoridad nos da una explicación”, anotó Rodulfo Quiroga.
Centenares de pescados, de todos los tamaños, flotan en aguas del Magdalena, en esta zona del embalse, sin ser recolectados. El olor a muerte se siente a lo lejos. Las aguas oscuras se confunden con la basura y desechos. Aquí en este lado, no hay planes de contingencia. Tampoco medidas sanitarias.
Las autoridades locales se limitaron a adoptar medidas para controlar la comercialización.
“Como capacero, pesco donde hay corriente, encuentro capacetas colgadas en los calendrios, ya podridas. ¿Por qué baja pescado muerto? Creemos que todo eso, es provocado por acelerantes y químicos. Creo que esas sustancias que están echando arriba, nos puede estar causando este problema”, afirmó Perdomo.
OTROS IMPACTOS
La mortandad genera además de los daños ambientales nuevos impactos económicos y sociales.
“Nosotros somos los más perjudicados. No tenemos ningún seguro, como puede ocurrir con las grandes empresas. Nosotros vivimos del día que amanece. ¿Qué solución nos dan a nosotros los pobres?”, interrogó Mario Becerra.
“Nosotros sobrevivimos a la orilla del río. El pescado es nuestra vida y ahora, la estamos perdiendo. El pescado nativo se nos está muriendo”, murmuró.
Y no es para menos. De esta actividad 250 familias derivan su sustento. Con la emergencia en la represa, comenzó la crisis. Sin pescado, las plantas de proceso, comenzaron a cerrar sus puertas. Por lo menos 400 trabajadores quedarán cesantes. Este es el primer efecto que se extenderá, con el paso de los días, a toda la cadena.
“Por ahora lo poquito que cogemos no nos lo quieren comprar. Además, el pescado bajó de precio. Estamos prácticamente en bancarrota y nadie nos ayuda”, insistió Becerra.
La mortandad está poniendo en riesgo el sustento de los pescadores artesanales. Es la otra cara de la emergencia. Por tradición viven de la pesca. No tienen actividad distinta.
“Todo el pescado que se había producido, después de la Semana Santa, se perdió. Los jaulones quedaron vacíos y sin posibilidades de volver a sembrar en corto tiempo, por las medidas sanitarias adoptadas por el ICA reportaron los piscicultores, afiliados a Asopishuila. Para ellos, la emergencia apenas comienza.
Otras causas
“Desde mediados de marzo se ha venido presentando un incremento en los parámetros de mortalidad de Betania, generalizado en la tilapia roja, que ha venido progresivamente afectando animales sin distingo de tamaño. La informalidad y la sobrecarga, han sido factores determinantes”, apuntó Manuel Macías, uno de los pioneros de la industria piscícola.
En la crisis ambiental convergen múltiples factores. La falta de control provocó la expansión desproporcionada de los proyectos.
Sin embargo, el dirigente empresarial consideró que pueden existir otros factores. Por ahora adelantan la verificación y el monitoreo.
Muchas de las especies presentan sintomatologías distintas a las producidas por la bacteria.
Adicionalmente, la Gobernación intensificará también el apoyo para asegurar una adecuada disposición de la mortandad. Ospina Martínez anunció que desde el sábado pasado se viene prestando un servicio de transporte gratuito para los productores que no cuentan los recursos necesarios para asumir el gasto.
El microorganismo, autóctono de ecosistemas acuáticos, acabó con la producción en la mayoría de los proyectos piscícolas establecidos sin control en la represa. Los productores de mojarra roja, los más afectados, estiman que la mortalidad supera las 700 toneladas. Otros estiman que puede alcanzar las mil toneladas.
Ahora, la crisis sanitaria reapareció en otros sectores, con nuevos impactos que ponen en evidencia la magnitud de la problemática ambiental en la congestionada Central Hidroeléctrica de Betania, de propiedad de la multinacional Endesa.
Una nueva mortandad, esta vez de peces nativos, se registra sin explicación por fuera de los emplazamientos piscícolas, incluso en las zonas altas, con mejores condiciones de oxigenación.
“Desde hace tres semanas la mortandad ha venido creciendo. A lo largo del río, por fuera de los jaulones, comenzó a aparecer pescado muerto. Los pescados comenzaron a flotar por razones que desconocemos”, denunció Benito Epia, presidente de la Asociación de Pescadores de Hobo. El tema generó preocupación.
Decenas de peces muertos se descomponen en las orillas del embalse, agravando los problemas de contaminación. En Hobo no hay planes de contingencia para recolección y disposición de la mortandad.
La bacteria (aeromonas) provoca lesiones y úlceras en el pescado. También causa daños externos visibles en la cola y las aletas. En la mayoría de los casos, la infección afecta los intestinos y provoca la muerte de los peces, como está ocurriendo en el embalse”, explicó Carlos Mario Rocha, técnico del ICA.
En cambio, el nuevo fenómeno detectado ahora en Hobo, en la desembocadura del río Magdalena con el embalse, es otro. La sintomatología es distinta, anotaron los pescadores artesanales, durante un recorrido por la zona impactada.
“Lo curioso es que contrario a lo que ocurre allá, los peces muertos no registran lesiones, tienen blancas las agallas. Y otra novedad: no flotan. Parece que los peces muertes comieran plomo porque se quedan en el fondo y solo aparecen enredados en las atarrayas”, comentó Epia Perdomo.
Otros blancos
El fenómeno ataca ahora también a especies criollas, adaptadas a las condiciones del río y con mayor resistencia.
“Supuestamente dicen que la bacteria está en los grandes proyectos, donde sólo se cultiva mojarra roja y mojarra brasilera. Entonces por qué se están muriendo las especies nativas como jachos, caloches, capaz, mojarra nativa y sobretodo por qué está ocurriendo en la caída del río”, anotó Alirio Perdomo, presidente de la Asociación de Calandreros.
Tito Alberto Suárez, director regional del ICA, no tenía ayer reportes sobre esta situación. “Un equipo especializado recorre desde ayer todo el embalse para tomar muestras y comprobar lo que está pasando”, expresó. Ocho funcionarios de la entidad, recorren en varias lanchas los proyectos para verificar el cumplimiento de las medidas sanitarias.
“No sabemos por qué el pescado del río Magdalena se nos está muriendo. No sabemos lo que lo está matando. Dicen que una bacteria provocó las muertes, pero esa bacteria la produce las mallas. No aquí en la desembocadura del río Magdalena, acá no hay jaulones”, remarcó Mario Becerra Chávarro, un experimentado pescador durante el recorrido por la zona afectada.
La letalidad en este caso, ataca a especies nativas como caloches, capaces y jachos, aseguró Alirio Perdomo.
“El pescado se viene muriendo al parecer por los químicos que se han vertido en la parte alta. Eso es lo está pasando. Los pescados presentan una agalla verde, rojiza, entre las especies afectadas hay pescado nativo y del embalse. Los pescados duran en flotar. No tiene por qué morirse aquí donde hay buena oxigenación. No hemos tenido ninguna respuesta, ninguna autoridad nos da una explicación”, anotó Rodulfo Quiroga.
Centenares de pescados, de todos los tamaños, flotan en aguas del Magdalena, en esta zona del embalse, sin ser recolectados. El olor a muerte se siente a lo lejos. Las aguas oscuras se confunden con la basura y desechos. Aquí en este lado, no hay planes de contingencia. Tampoco medidas sanitarias.
Las autoridades locales se limitaron a adoptar medidas para controlar la comercialización.
“Como capacero, pesco donde hay corriente, encuentro capacetas colgadas en los calendrios, ya podridas. ¿Por qué baja pescado muerto? Creemos que todo eso, es provocado por acelerantes y químicos. Creo que esas sustancias que están echando arriba, nos puede estar causando este problema”, afirmó Perdomo.
OTROS IMPACTOS
La mortandad genera además de los daños ambientales nuevos impactos económicos y sociales.
“Nosotros somos los más perjudicados. No tenemos ningún seguro, como puede ocurrir con las grandes empresas. Nosotros vivimos del día que amanece. ¿Qué solución nos dan a nosotros los pobres?”, interrogó Mario Becerra.
“Nosotros sobrevivimos a la orilla del río. El pescado es nuestra vida y ahora, la estamos perdiendo. El pescado nativo se nos está muriendo”, murmuró.
Y no es para menos. De esta actividad 250 familias derivan su sustento. Con la emergencia en la represa, comenzó la crisis. Sin pescado, las plantas de proceso, comenzaron a cerrar sus puertas. Por lo menos 400 trabajadores quedarán cesantes. Este es el primer efecto que se extenderá, con el paso de los días, a toda la cadena.
La mortandad está poniendo en riesgo el sustento de los pescadores artesanales. Es la otra cara de la emergencia. Por tradición viven de la pesca. No tienen actividad distinta.
“Todo el pescado que se había producido, después de la Semana Santa, se perdió. Los jaulones quedaron vacíos y sin posibilidades de volver a sembrar en corto tiempo, por las medidas sanitarias adoptadas por el ICA reportaron los piscicultores, afiliados a Asopishuila. Para ellos, la emergencia apenas comienza.
Otras causas
“Desde mediados de marzo se ha venido presentando un incremento en los parámetros de mortalidad de Betania, generalizado en la tilapia roja, que ha venido progresivamente afectando animales sin distingo de tamaño. La informalidad y la sobrecarga, han sido factores determinantes”, apuntó Manuel Macías, uno de los pioneros de la industria piscícola.
En la crisis ambiental convergen múltiples factores. La falta de control provocó la expansión desproporcionada de los proyectos.
Sin embargo, el dirigente empresarial consideró que pueden existir otros factores. Por ahora adelantan la verificación y el monitoreo.
Muchas de las especies presentan sintomatologías distintas a las producidas por la bacteria.
El ICA también reforzó los estudios y verifica el cumplimiento de las medidas de bioseguridad y la desinfección. La meta es recorrer todo los complejos y realizar nuevas muestras.
“Lo claro: una bacteria que se encuentra en el embalse y que sumado a fenómenos naturales como el brillo solar, la disminución de oxígeno, las malas prácticas utilizadas en el sector, la sobreproducción que hay en el embalse y la no disposición adecuada de la mortalidad, han ocasionado que presente la emergencia”, recalcó el secretario de Agricultura, Camilo Ospina Martínez en una nueva evaluación realizada ayer con las autoridades sanitarias y de control.Adicionalmente, la Gobernación intensificará también el apoyo para asegurar una adecuada disposición de la mortandad. Ospina Martínez anunció que desde el sábado pasado se viene prestando un servicio de transporte gratuito para los productores que no cuentan los recursos necesarios para asumir el gasto.
Tomado de lanacion.com.co
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