Siguiendo la temática planteada en el articulo anterior, en el cual la finalidad se buscar sistemas alternativos que no afecten el medio ambiente, en este reporte se muestra que estos sistemas no resultan tan complejos como muchas veces se quieren hacer parecer, tan es asi que este estudiante de primaria maneja con gran habilidad un sistema acuapónico completo.
Ejemplo de perseverancia y disciplina.
Una conexión entre tilapias y lechugas
25 de Octubre de 2015 a la(s) 6:0 / Un reportaje de Glenda Girón/ Fotografías de Melvin Rivas
Beneficio. El estanque de tilapias. El agua pasa al huerto y regresa purificada.
El Centro de Capacitación Integral Amún Shéa, en Perquín, trabaja con el método de aula abierta. Cada estudiante pone en práctica los conocimientos incluidos en los programas del Ministerio de Educación y presenta un proyecto. Así, un niño que cursaba segundo grado propuso un huerto aquapónico que, tres años después, ha sido inaugurado y provee de tilapias y hortalizas a los alumnos de la institución y a vecinos.
Nada de timideces. Hoy es su gran día y está disfrutando de la atención que se le brinda. Se le dificulta mantenerse quieto o disimular la risa ahora que sus compañeros de colegio, que van varios grados arriba, exponen cómo funciona, cómo nació la idea, cómo se tomaron las medidas, cuáles fueron los primeros frutos. Denis García Pereira disfruta de que se hable del huerto acuapónico que empezó a idear hace tres años, cuando cursaba segundo grado.
Perquín es una montaña verde con un pueblo clavado casi en la cima. Brumoso, húmedo. Silencioso. En 2014 se registró una matrícula en ese municipio de un estudiante en educación inicial, 194 en educación parvularia, 936 en educación básica y 312 en bachillerato. Esta fotografía, sin embargo, ya no se parece a lo que va pintando 2015. Una de las principales causas de deserción en la zona es la migración y todos los años, todos los meses, este factor hace variar el mapa estudiantil no solo de Perquín, sino de la región.
El Centro de Capacitación Integral Amún Shéa no se distingue a primera vista. Las estructuras dispersas en un área verde sin cerco alguno se mezclan con las viviendas del cantón La Tejera. En una de estas estructuras está el auditorio en el que tres alumnos de tercer ciclo explican los pormenores del huerto aquapónico que hoy es la razón que reúne a unas 30 personas y que tanto hace sonreír a Denis.
Lo de “aquapónico” sirve para definir a un huerto y a un estanque de tilapias que se benefician uno del otro. El agua del estanque se bombea hasta unas estructuras en vertical en las que están las plantas. Y el agua de las plantas después regresa al estanque, esta vez purificada y enriquecida.
Perquín es una montaña verde con un pueblo clavado casi en la cima. Brumoso, húmedo. Silencioso. En 2014 se registró una matrícula en ese municipio de un estudiante en educación inicial, 194 en educación parvularia, 936 en educación básica y 312 en bachillerato. Esta fotografía, sin embargo, ya no se parece a lo que va pintando 2015. Una de las principales causas de deserción en la zona es la migración y todos los años, todos los meses, este factor hace variar el mapa estudiantil no solo de Perquín, sino de la región.
El Centro de Capacitación Integral Amún Shéa no se distingue a primera vista. Las estructuras dispersas en un área verde sin cerco alguno se mezclan con las viviendas del cantón La Tejera. En una de estas estructuras está el auditorio en el que tres alumnos de tercer ciclo explican los pormenores del huerto aquapónico que hoy es la razón que reúne a unas 30 personas y que tanto hace sonreír a Denis.
Lo de “aquapónico” sirve para definir a un huerto y a un estanque de tilapias que se benefician uno del otro. El agua del estanque se bombea hasta unas estructuras en vertical en las que están las plantas. Y el agua de las plantas después regresa al estanque, esta vez purificada y enriquecida.
Dos niñas y el hermano mayor de Denis, Melvin, cuentan esto a representantes de ONG, de instituciones relacionadas con la educación y de medios de comunicación. Melvin estudia en este centro educativo desde segundo ciclo. Ahora es el único alumno en educación media. El Ministerio de Educación todavía no avala para el Amún Shéa el bachillerato, por lo que Melvin busca obtener sus credenciales por medio del programa de bachillerato virtual y el resto del día pasa aquí, entre uno y otro proyecto.
El punto de partida del acto de presentación del huerto aquapónico fue el himno nacional interpretado en violín por uno de los alumnos, que se acompañó de un coro también de alumnos del Amún Shéa. En este centro educativo practican el método de aulas abiertas: los estudiantes trabajan por etapas y en cada una tienen que desarrollar un proyecto. Entre uno y otro proyecto, también reciben instrucción musical. Los alumnos que acaban de dar vida al himno nacional dan cuenta de esto.
Amún Shéa, que significa “tierra de semillas” en lengua lenca potón, recibió a sus primeros estudiantes en 2008. Esta institución educativa es el fruto de la Responsabilidad Social Empresarial. En la base de este centro educativo está la Fundación Perquín para el Fomento de Oportunidades Educativas. En los primeros tres puestos del organigrama de esta fundación están como presidente Donald Warnick, un empresario de Pensilvania, Estados Unidos; como vicepresidente Arístides Sorto, empresario salvadoreño, exalcalde de Perquín y quien donó las 13 manzanas de terreno en donde se fundó Amún Shéa; y como tesorero Ronald Brenneman, empresario hotelero y uno de los que no podían perderse la presentación del huerto aquapónico.
Después del evento de presentación y antes de entrar al huerto, Brenneman se detiene para dar un argumento más a favor del método de aulas abiertas: “No es lógico que al graduarse, los bachilleres tengan que pasar por alguna preparación extra para poder trabajar. Si para prepararse es que han tenido todos los años de estudio. Aquí aprenden mientras hacen, todo lo ponen en práctica”.
A Denis se le ve en su ambiente. Es natural, extrovertido y no es tacaño con las explicaciones. A unos pocos pasos de donde Brenneman habla de práctica, el niño muestra su primer huerto. Es una estructura de varios tubos de PVC colocados entre dos postes. No mide más de 3 metros de ancho y largo. En cada tubo hay esponjas, que sirven para entretener un poco el agua. En esto que tiene casi la forma de una escalera, Denis hizo crecer lechugas.
Este fue el prototipo. Fue la materialización de la idea, pero en pequeño. Solo para demostrar que funcionaba, que era factible y era posible obtener no uno, sino que varios beneficios. Así, se dio paso a las medidas para conseguir financiamiento.
El huerto al que todos esperan entrar costó $7,000 entre estructura y semillas. Está a pocos metros del auditorio y del minihuerto que montó Denis como experimento. Lo primero que han cosechado ha sido justamente lechugas. Las hay grandes, que desparraman su hojas verde oscuro entre los tubos. Parece que ya no caben entre los espacios que se les han asignado. Estas lechugas llegan hasta las mesas en donde los estudiantes toman el almuerzo. El excedente, porque hay, se comercializa entre los vecinos de Perquín. Porque la idea, al final de cuentas, es que este huerto sea un proyecto autosostenible. “De lo contrario, les estaríamos enseñando fracaso a los estudiantes. Tiene que convertirse en algo que no sea solo un trabajo escolar, sino que sea tan funcional que pueda ser trasladado a un hogar”, sentencia Brenneman.
En el huerto también hay albahaca, cebollín, fresa, tomate, chile, zanahoria y remolacha. La idea de Denis dejó de ser solo de él y se ha convertido en algo en lo que meten mano alumnos y profesores. Esta estructura de tela blanca con el estanque al lado es vista siempre con orgullo por todos los que tienen algo que ver en que funcione.
El huerto y el estanque son parte de una estrategia de creación de oportunidades. Con la guerra, la gente prácticamente abandonó la región. Con el primer impulso tras la firma de los Acuerdos de Paz, comenzaron a repoblar. Pero cualquier intento de echar raíz se ha ido ahogando poco a poco en la falta de desarrollo. Los de hoy son, de nuevo, días de éxodo.
De aquí que el mapa estudiantil cambie de forma radical con frecuencia. La tercera causa de deserción en Perquín es el cambio de escuela. En 2014, un total de 429 estudiantes argumentaron esto, según datos del Ministerio de Educación. La segunda es el cambio de domicilio, con un reporte de 684 estudiantes. Y la primera, que es casi el doble de la tercera, es el abandono del país.
El "Fenómeno migratorio del municipio de Perquín" fue la propuesta de investigación de un grupo de alumnos de octavo grado de esta institución. A lo largo de 94 páginas, los estudiantes -motivados porque la mayoría tiene familiares que residen en Estados Unidos-, profundizan en cuestiones específicas como en qué se gastan las remesas. Según los resultados de la encuesta diseñada por estos adolescentes, el 74 % de este ingreso se va en comida. La investigación no deja de lado las características demográficas de los migrantes, la motivación para migrar, el flujo y destino de las remesas y los planes para el futuro. Estos estudiantes de Amún Shéa entrevistaron a 328 familias, el 46 % de las que habitan en los 9 caseríos y la zona urbana del municipio.
El Amún Shéa, pese a todos los esfuerzos por hacer de sus estudiantes personas con oportunidades, no ha sido ajeno al éxodo. De 110 alumnos el año pasado se han quedado con 70. “Todavía estamos pendientes de una niña de siete años que se fue hace como dos semanas a Estados Unidos con un coyote y de la que la abuela no ha sabido nada todavía”, señala la nombrada directora del centro desde hace cinco meses, Victoria Argueta. La institución, ante la reducción en el número de estudiantes, integró algunos grados.
En este fenómeno que este año ha crecido en Perquín influyen de manera más directa dos factores. Uno lo describe Brenneman: es que este año muchas familias tomaron la decisión de reunirse ante las nuevas disposiciones migratorias de Estados Unidos, que en lo absoluto favorecen la migración irregular, pero que han sido tergiversadas por los traficantes de personas para hacer subir el negocio. La otra es la inseguridad. De acuerdo con fuentes cercanas al centro, los alumnos o padres de familia son acosados para que paguen extorsión.
Hasta la delegación de la Policía Nacional Civil de Perquín esta situación no ha llegado. En el lugar dan cuenta de dos homicidios registrados en el municipio este año, pero nada han sabido, de forma oficial, sobre amenazas a los estudiantes.
Denis camina entre tubos y ringleras de plantas, señala que para tener la primera cosecha de fresas faltan todavía un par de meses. Es uno más de los niños de Amún Shéa que almuerzan tilapia fresca y libre de cualquier contaminación al menos dos veces por semana. No lo dice tal cual, pero sabe que tras ver el huerto hecho realidad, su vida ya cambió. Así, quienes están detrás de Amún Shéa esperan hacer crecer entre los vecinos más argumentos para no migrar. Si el 74 % de las remesas se gasta en comida, un huerto podría ser para un hogar un alivio invaluable. Para sellar el éxito del proyecto, el huerto tiene que ser imitado. Es en lo que desde el más chico al más grande están de acuerdo.
El punto de partida del acto de presentación del huerto aquapónico fue el himno nacional interpretado en violín por uno de los alumnos, que se acompañó de un coro también de alumnos del Amún Shéa. En este centro educativo practican el método de aulas abiertas: los estudiantes trabajan por etapas y en cada una tienen que desarrollar un proyecto. Entre uno y otro proyecto, también reciben instrucción musical. Los alumnos que acaban de dar vida al himno nacional dan cuenta de esto.
Amún Shéa, que significa “tierra de semillas” en lengua lenca potón, recibió a sus primeros estudiantes en 2008. Esta institución educativa es el fruto de la Responsabilidad Social Empresarial. En la base de este centro educativo está la Fundación Perquín para el Fomento de Oportunidades Educativas. En los primeros tres puestos del organigrama de esta fundación están como presidente Donald Warnick, un empresario de Pensilvania, Estados Unidos; como vicepresidente Arístides Sorto, empresario salvadoreño, exalcalde de Perquín y quien donó las 13 manzanas de terreno en donde se fundó Amún Shéa; y como tesorero Ronald Brenneman, empresario hotelero y uno de los que no podían perderse la presentación del huerto aquapónico.
Después del evento de presentación y antes de entrar al huerto, Brenneman se detiene para dar un argumento más a favor del método de aulas abiertas: “No es lógico que al graduarse, los bachilleres tengan que pasar por alguna preparación extra para poder trabajar. Si para prepararse es que han tenido todos los años de estudio. Aquí aprenden mientras hacen, todo lo ponen en práctica”.
A Denis se le ve en su ambiente. Es natural, extrovertido y no es tacaño con las explicaciones. A unos pocos pasos de donde Brenneman habla de práctica, el niño muestra su primer huerto. Es una estructura de varios tubos de PVC colocados entre dos postes. No mide más de 3 metros de ancho y largo. En cada tubo hay esponjas, que sirven para entretener un poco el agua. En esto que tiene casi la forma de una escalera, Denis hizo crecer lechugas.
Este fue el prototipo. Fue la materialización de la idea, pero en pequeño. Solo para demostrar que funcionaba, que era factible y era posible obtener no uno, sino que varios beneficios. Así, se dio paso a las medidas para conseguir financiamiento.
El huerto al que todos esperan entrar costó $7,000 entre estructura y semillas. Está a pocos metros del auditorio y del minihuerto que montó Denis como experimento. Lo primero que han cosechado ha sido justamente lechugas. Las hay grandes, que desparraman su hojas verde oscuro entre los tubos. Parece que ya no caben entre los espacios que se les han asignado. Estas lechugas llegan hasta las mesas en donde los estudiantes toman el almuerzo. El excedente, porque hay, se comercializa entre los vecinos de Perquín. Porque la idea, al final de cuentas, es que este huerto sea un proyecto autosostenible. “De lo contrario, les estaríamos enseñando fracaso a los estudiantes. Tiene que convertirse en algo que no sea solo un trabajo escolar, sino que sea tan funcional que pueda ser trasladado a un hogar”, sentencia Brenneman.
En el huerto también hay albahaca, cebollín, fresa, tomate, chile, zanahoria y remolacha. La idea de Denis dejó de ser solo de él y se ha convertido en algo en lo que meten mano alumnos y profesores. Esta estructura de tela blanca con el estanque al lado es vista siempre con orgullo por todos los que tienen algo que ver en que funcione.
El huerto y el estanque son parte de una estrategia de creación de oportunidades. Con la guerra, la gente prácticamente abandonó la región. Con el primer impulso tras la firma de los Acuerdos de Paz, comenzaron a repoblar. Pero cualquier intento de echar raíz se ha ido ahogando poco a poco en la falta de desarrollo. Los de hoy son, de nuevo, días de éxodo.
De aquí que el mapa estudiantil cambie de forma radical con frecuencia. La tercera causa de deserción en Perquín es el cambio de escuela. En 2014, un total de 429 estudiantes argumentaron esto, según datos del Ministerio de Educación. La segunda es el cambio de domicilio, con un reporte de 684 estudiantes. Y la primera, que es casi el doble de la tercera, es el abandono del país.
El "Fenómeno migratorio del municipio de Perquín" fue la propuesta de investigación de un grupo de alumnos de octavo grado de esta institución. A lo largo de 94 páginas, los estudiantes -motivados porque la mayoría tiene familiares que residen en Estados Unidos-, profundizan en cuestiones específicas como en qué se gastan las remesas. Según los resultados de la encuesta diseñada por estos adolescentes, el 74 % de este ingreso se va en comida. La investigación no deja de lado las características demográficas de los migrantes, la motivación para migrar, el flujo y destino de las remesas y los planes para el futuro. Estos estudiantes de Amún Shéa entrevistaron a 328 familias, el 46 % de las que habitan en los 9 caseríos y la zona urbana del municipio.
El Amún Shéa, pese a todos los esfuerzos por hacer de sus estudiantes personas con oportunidades, no ha sido ajeno al éxodo. De 110 alumnos el año pasado se han quedado con 70. “Todavía estamos pendientes de una niña de siete años que se fue hace como dos semanas a Estados Unidos con un coyote y de la que la abuela no ha sabido nada todavía”, señala la nombrada directora del centro desde hace cinco meses, Victoria Argueta. La institución, ante la reducción en el número de estudiantes, integró algunos grados.
En este fenómeno que este año ha crecido en Perquín influyen de manera más directa dos factores. Uno lo describe Brenneman: es que este año muchas familias tomaron la decisión de reunirse ante las nuevas disposiciones migratorias de Estados Unidos, que en lo absoluto favorecen la migración irregular, pero que han sido tergiversadas por los traficantes de personas para hacer subir el negocio. La otra es la inseguridad. De acuerdo con fuentes cercanas al centro, los alumnos o padres de familia son acosados para que paguen extorsión.
Hasta la delegación de la Policía Nacional Civil de Perquín esta situación no ha llegado. En el lugar dan cuenta de dos homicidios registrados en el municipio este año, pero nada han sabido, de forma oficial, sobre amenazas a los estudiantes.
Denis camina entre tubos y ringleras de plantas, señala que para tener la primera cosecha de fresas faltan todavía un par de meses. Es uno más de los niños de Amún Shéa que almuerzan tilapia fresca y libre de cualquier contaminación al menos dos veces por semana. No lo dice tal cual, pero sabe que tras ver el huerto hecho realidad, su vida ya cambió. Así, quienes están detrás de Amún Shéa esperan hacer crecer entre los vecinos más argumentos para no migrar. Si el 74 % de las remesas se gasta en comida, un huerto podría ser para un hogar un alivio invaluable. Para sellar el éxito del proyecto, el huerto tiene que ser imitado. Es en lo que desde el más chico al más grande están de acuerdo.
Tomado de: laprensagrafica.com
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